En el mundo del transporte comercial, es fácil pensar en el día a día. Estas cargas tienen que ir aquí, necesitamos otro conductor allí, hay que arreglar un neumático, y así sucesivamente. La vida es ajetreada y vivimos y trabajamos al día. 

Pero la creciente presión sobre las flotas de camiones para que sean más sostenibles ha cambiado radicalmente la perspectiva. Sabemos que tenemos que reducir las emisiones de CO₂ y que debemos cuidar más el medio ambiente. Pero la cruda realidad es que nos dirigimos hacia un futuro en el que las normas van a ser muy diferentes. Y si no estamos preparados para ello, tendremos problemas.

Hay al menos tres formas en las que la vida va a ser más dura para las flotas de camiones que no consigan hacer la transición a una empresa con bajas emisiones de carbono:

• Financiación: es probable que se impongan sanciones económicas a las flotas que no cumplan determinadas normas.  

• Legalidad: es posible que no se les permita operar como lo hacen actualmente en absoluto.

• Reputación: los clientes estarán sujetos a las mismas nuevas condiciones y solo podrán contratar a transportistas que cumplan las normas. Del mismo modo, la contratación de conductores será problemática.

¿Cómo será el futuro? En Francia, por ejemplo, tenemos una idea porque sabemos que las empresas de transporte van a necesitar un CEE (Certificat d'Economie d'Energie). Para obtener un CEE, hay que hacer ciertas cosas: hay que recauchutar, hay que reesculturar. Debe tener TPMS en todos los neumáticos y realizar comprobaciones periódicas del equilibrado. Además, debe utilizar determinadas etiquetas de neumáticos. 

Una vez que tiene su CEE, está en condiciones de vender el carbono que ahorra, por ejemplo, a las compañías petroleras que se están preparando para un mundo en el que tendrán que pagar para compensar el negocio hambriento de carbono al que se dedican. Por otro lado, si no cumple plenamente la normativa, también tendrá que pagar multas.

Aunque las normas pueden cambiar de aquí a entonces, la CEE se considera actualmente como una futura licencia de operación, por lo que supone una preocupación clave para las flotas francesas —y las flotas de otros lugares de Europa están reaccionando de manera similar en preparación para la futura legislación nacional y de la UE—.

El papel de los proveedores, ya sean fabricantes de camiones u otros proveedores clave como Goodyear, ha sido tradicionalmente ayudar a resolver los problemas “cotidianos”. Pero eso también tiene que cambiar. 

Cada vez que en Goodyear vamos a ver a un cliente de una gran flota en Francia, la conversación gira en torno a dónde se encuentran en términos de cualificación para su CEE. Nos comprometemos a ayudarles a que sus neumáticos se ajusten al CEE, que, por supuesto, no solo se refiere al ahorro de combustible, sino también a la gestión del final de la vida útil y a otros factores. 

Esto se extiende incluso a aspectos de responsabilidad social. En un ejemplo reciente, un cliente explicó que socios como Goodyear tendrían que aportar pruebas de las acciones sociales que estábamos llevando a cabo en beneficio de la región local del cliente. Invertir en este tipo de proyectos forma parte del plan “Better Future” de Goodyear, así que pudimos dar un ejemplo y demostrar que éramos un socio con las credenciales adecuadas. Todo indica que estas credenciales de RSE serán obligatorias en el futuro.

Otro de los efectos de esta nueva perspectiva es animar a las flotas de camiones a considerar métodos alternativos de pago. Algunas organizaciones están firmando acuerdos con Goodyear sobre la base del precio por kilómetro. No firmamos un contrato para suministrar una determinada cantidad de productos, sino que nos comprometemos a que todo lo relacionado con los neumáticos esté en consonancia con el nuevo mundo en el que tendrán que operar. Cada vez nos exigen más servicios y nos preguntan cómo vamos a prestarles los servicios que necesitan para cumplir la normativa. Los tres últimos grandes contratos que firmó Goodyear se basaban en este principio. 

Si bien las flotas de transporte francesas tienen, al menos, la CEE como objetivo, nuestro destino exacto es en gran parte desconocido. Es tierra desconocida: no sabemos cuáles serán las reglas y no sabemos exactamente dónde está. Sin embargo, nuestra conciencia (y la de los consumidores finales) nos empuja en esa dirección. Tenemos que ir allí y lo único que podemos controlar es si partimos ahora o más tarde. 

Todos se dirigen al mismo mundo nuevo. Pero, ¿llegará usted primero?

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